Corría el mes de Enero del año 1993. Yo trabajaba durante el verano como «Control de Calidad» de la Exportadora Zeus en San Felipe – V Región.
Después de una larga jornada, llegué a la pensión donde me alojaba. Una casa colonial en la zona céntrica de la ciudad.
La hija de la dueña de la residencial, me tenía «muy buena», mientras a los demás les había preparado pantrucas, a mi, me había dejado un sandwich de churrasco + palta sobre una mesa del comedor… Según un secreto a voces, ella había tenido un «affaire» con uno de mis compañeros de universidad y como la loca de San Blas, aun lo esperaba… pero esa es otra historia.
Todos dormían en el lugar. El silencio era total, salvo por mis pasos en el piso de madera, algunos ronquidos arrítmicos de un par de huéspedes y un antiguo reloj de pared que estaba en el estar.
El hambre y el cansancio eran extremos. Había recorrido varios packings satélites en uno de los días más calurosos de ese verano. Así que, rápidamente me senté a comer, procurando hacer el menor ruido posible.
En medio de mi festín, el gato de la casona, un felino adulto y bien alimentado, salió de la cocina e ignorando mi presencia, de un ágil salto se subió a la mesa donde yo estaba sentado.
Nunca he sido muy amigo de los gatos, así que en forma espontánea, golpee mis manos, amenazándolo para que se bajara. Sorprendido por mi presencia, giró hacia mi en una postura defensiva… Fue entonces que ví un ratón, grande, inmóvil y ensangrentado, que acarreaba como trofeo en su boca…
¿Cómo terminó ese ratón en su boca?, es una narración de la cual nunca sabremos. Pudo ser una emboscada o una lucha frenética frente a frente. Pudo ser una muerte instantánea o bajo el capricho de un gato con su juguete.
«Sale %&%&», le dije en tono desafiante…
Me miró directo a los ojos… lo miré… nos miramos… (imagínense esto en estilo animé, una secuencia de planos; un primer plano a la mirada del gato, un primer plano a mi mirada y un plano de distancia donde aparecemos ambos y la mesa suspendidos en el aire)
Después de su análisis de la situación, optó por apretar sus dientes y gruñirme, dejándome claro que él era el dueño de casa y que estaba dispuesto a defender su presa a cualquier costo…
Me paré, para intimidarlo con mi metro ochenta de altura… Él, despectivamente, comenzó a retirarse, sin prisa, hacia una ventana por donde finalmente desapareció.
Ahí quede… sólo, en silencio… Convenciéndome que el ratón de la cocina no había pasado ni cerca de los ingredientes de mi sandwich.
El hambre fue más, por lo que terminé de comerme aquel delicioso sandwich y me fui a acostar.
En cuanto al gato, dejé de mirarlo con los mismos ojos… Aquel gato flojo de día, durante la noche, mientras todos dormían, vivía su propio mundo paralelo.
El gato por su parte, también dejó de verme igual. Todas las noches, cuan perro se orinó sobre mi cama. No sé si para marcar territorio o simplemente por joder. A la tercera noche, me cambié de pensión.
Gato 1 : 0 Control de calidad
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